THOUSANDS OF FREE BLOGGER TEMPLATES

6 feb. 2011


-Es hora – Anunció Mikael.

Asentí una sola vez y me alejé de Edrian sin apartar la mirada de él. Mikael me tomó de la mano lentamente para ayudarme a dar los pasos que me faltaban para alejarme, y que era incapaz de dar por mi propia voluntad.

-Lo siento... - Dijo a mi lado, yo no fui capaz de responder, seguía viéndolo solo a él.

Edrian se levantó del banco y dio un paso hacia mí, antes de voltear nuevamente hacia el banco en el que había estado sentado. Mi corazón latió rápidamente, casi queriendo salirse del pecho. Lo había visto, se acercó al banco y tomó el cisne de papel que había dejado para él.

Mikael apretó con más fuerza de la normal la mano de la que me tenia agarrada cuando se dio cuenta de lo que había hecho, pero ya no había vuelta atrás, aquel era el momento decisivo, lo había traicionado, pero no me importaba, Edrian era todo lo que deseaba y no estaba dispuesta a dejarlo, no cuando acaba de encontrarlo.

Observó el cisne entre su mano. Mi corazón se detuvo a la espera de una señal, algo que me hiciese entender que me había recordado. El tiempo se había detenido por completo y no importaba nadie más que él y yo.

Alzó la mirada mientras su corazón latía a toda marcha y su pecho se alzaba agitado, abrió sus labios y pronunció la única frase que podía arreglarlo todo.

-Ana...

Renacer (Segunda entrega)

CAPITULO I

Despertar

ANA

“Para renacer en la vida es necesario morir”
(Anónimo)


Amar no es fácil. ¿Cuántas veces han escuchado esa frase? Lo más absurdo de todo es que lo es. Es sumamente difícil amar a alguien, en especial, cuando amas a quien no te permiten y cuando esa emoción te está prohibida. Pero no podía evitarlo, incluso cuando todo mi cuerpo lo rechazaba; ya no era humana y no debería de sentir de esa manera, especialmente hacia mi propio enemigo.

Le había prometido que volvería, que solo necesitaba llamarme y entonces iría hasta él, pero todas las trabas dispuestas para separarnos lo hacían casi imposible. No me recordaba, había olvidado toda su vida; ese había sido el precio que tenía que pagar por haberlo salvado, el olvido. Aun así no me iba a dar por vencida, le debía demasiado, lo amaba demasiado, ni la vida ni la muerte me iban a separar de él. No me importaba lo que dijesen los demás arcángeles o superiores, todos tienen opciones, puedes elegir el camino que quieres seguir, el destino no está gravado en piedra, y Edrian todavía podía salvarse, solo necesitaba mi ayuda.